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martes, 6 de noviembre de 2012

Huellas - de Bernardo Ferreira - Editorial 3 mas 1.

KILIITO




Las sombras caen lentamente sobre el techo de paja.



Allá a lo lejos un guaiguingue lanza su lastimero canto,



Dicen los viejos que es presagio de malos acontecimientos,



No es que crea mucho en eso, pero se me eriza la piel.



Una niebla gris cubre el ambiente, el silencio oprime la mente,



Se me fue el apetito y hasta las ganas de hablar,



Miro a mis padres y hermanos, están como anonadados,



Los alimentos que mi madre con tanto esmero preparó…



No les llama la atención, es como si algo les sustrajera sus emociones,



Salgo al patio a ver el ambiente, los perros cada uno en su cubil,



Me mueven apenas la cola como si el temor los consumiera,



Pensé que esta situación sería pasajera…



Como si no estuviera en mi piel, se me ponen los pelos de punta,



Un escalofrío me recorre, comenzando por la nuca.



Entonces algo vino a la memoria…



Kiliito en esa fecha había desaparecido! Nadie cuenta que murió.



El HOMBRE para algunos muy querido,



Para otros un bandolero sin ley y sin querencia.



O el servicial, el adulador, el lisonjero, mujeriego y buen amante,



El dador de vienes a los que necesitan, malhechor sin límite para los ricos.



De la ley que decir; los tenía a mal traer, a veces se dejaba atrapar,



Nunca duraba en un calabozo más de un día, por más guardia que pusieran,



El tenia sus mañas, y no había quien lo sujetara, ni barrotes, ni cadenas.



Sino quería ser atrapado, solo ponía un San la muerte bajo su lengua,



Para desaparecer de sus perseguidores; eso decían sus amigos.



“Decían los JARYÌ (ANCIANOS)…hay que tener coraje,



Para hacer semejante brebaje, y así me contaron.



En viernes Santo; se toma un gato totalmente negro,



Se hierve hasta el domingo para extraer sin dificultad



El hueso mas grueso de su cuerpo…



Ah! No había que dormirse, ni dormitar, hacer fuego y aguantar,



De ese hueso extraído había que tallar al más hereje de los gualichos…



El más codiciado por los hombres de la época,



Por su poder casi sin límites.



Según se va pensando al tallar…para encantar mujeres, buen músico,



Bajo la piel para no morirse y otros tantos menesteres.”



Guitarrero de ley y cantor sin igual,



En todas las farras presente estaba,



Era como si de su boca una magia extraña brotara,



El encanto era tal que de su ausencia nadie notaba.



Dicen por ahí que no caminaba, sino volaba de uno a otro confín



Así en cada baile asistía sin que nadie de su llegada notara.



A las mujeres más bellas siempre las atraía,



Tenía un encanto tal, con su mirada de fuego,



Las embelezaba y hasta el sin quererlo hasta él llegaban.



Así pensando estas cosas me adentre para mi casa,



Que raro hablaban tranquilamente como si nada pasara,



Me senté a la mesa y me puse a cenar…



Mas tarde fui a la cama y sentí como si un duende me hablara.



Hoy siento la necesidad de contarles lo que de chico en mis pagos pasara.



Mantener viva la memoria es una forma de homenaje a los JARYÌ…



Que estas leyendas rescataran.

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