martes, 23 de diciembre de 2025
Revista VIAJE INTERIOR. #Entrevista completa a Lautaro Dores - Arte Argentino 1. Críticos como Rodolfo Martínez y Carlos Splausky describieron su obra como un retrato del "submundo de la gran ciudad" y del "perfil grotesco de la desesperación humana". ¿Se siente identificado con esta lectura? ¿Qué es lo que busca en ese "viaje interior" al explorar a estos personajes marginales? ya esa "alma perdida" en la urbe?
Revista VIAJE INTERIOR.#Entrevista completa a
Lautaro Dores - Arte Argentino
1. Críticos como Rodolfo Martínez y Carlos Splausky describieron su obra como un retrato del "submundo de la gran ciudad" y del "perfil grotesco de la desesperación humana". ¿Se siente identificado con esta lectura? ¿Qué es lo que busca en ese "viaje interior" al explorar a estos personajes marginales? ya esa "alma perdida" en la urbe?
Las excelsas plumas de Rodolfo Martínez y Carlos Splausky han sabido describir algunas de mis series en particular. Sin embargo, en gran parte de mis trabajos hay siempre un estudio y una búsqueda en torno a la construcción de la figura humana. Los rasgos expresionistas de mis trazos, sumados a las características y expresiones de los personajes o modelos representados, terminan inevitable —y afortunadamente— contando sus historias. O, al menos, ofrecen una especie de fotografía: un fragmento de una película que la obra propone para ser completada en el imaginario del espectador.
Mi búsqueda es variada. A veces los desafíos son estéticos, otras cromáticos, figurativos o incluso académicos, vinculados a la mera observación. En otras ocasiones, el objetivo es sumergirme en distintos mundos y contar otras historias, como un cronista visual de la realidad que nos rodea, pero en lugar de hacerlo con una cámara fotográfica, lo hago a mano alzada, con recursos pictóricos.
Recuerdo que alguna vez una profesora de Bellas Artes, en medio de una clase, dijo: “Un artista es una persona que tiene la capacidad de sumergirse en cualquier infierno y volver para contarlo”. Esa frase me marcó, y de algún modo siento que atraviesa todo mi trabajo.
2. Su formación es muy rica y diversa: se inicia en la historieta plástica para fanzines y tapas de discos, luego se perfecciona en el IUNA y explora el muralismo y el arte urbano junto a maestros como Marino Santa María y los discípulos de Ricardo Carpani. ¿Cómo influyó este recorrido, desde el arte más callejero y gráfico hasta el académico, en la construcción de su estilo expresionista y su pincelada de "puro instinto"
Haber trabajado en arte urbano junto a grandes Maestros ha sido, sin duda, un privilegio inmenso. No solo por lo aprendido en el manejo técnico de la pintura mural, sino también por la incorporación de recursos técnico-tecnológicos y la elaboración integral de proyectos urbanos en toda su complejidad y magnitud. Estos proyectos pueden abarcar desde la intervención de una fachada, un interior, una plaza, una estación de tren o de subte, e incluso una de micros, por mencionar solo algunos ejemplos.
Además, el trabajo puede ser requerido tanto en barrios humildes como en torres o edificios sofisticados de zonas lujosas, lo cual hace que cada experiencia sea única. Ese desafío resulta profundamente motivador, más aún cuando se sostiene el ideario de llevar el arte a las calles para propiciar identidad, una interacción sociocultural siempre enriquecedora.
La influencia del arte urbano que podría destacar en relación a mi pintura de caballete, podría decirse que es la simplificación de los bocetos y diversidad de técnicas de transferencia a la tela como grabado, fotografía, diseño y otras, que resulta en un trabajo mucho más técnico y sistemático, también podría destacar la pre-elaboración de colores para contar con la paleta ya planeada y probada para no dejar nada librado al azar.
3. Dos de sus series más destacadas son "Rock nacional" y "Líderes Latinoamericanos", donde retrata desde Spinetta y Charly García hasta San Martín o Evita. ¿Qué lo motiva a elegir estas figuras de la cultura popular y la historia? ¿Busca capturar la esencia del personaje o utilizarlos como un símbolo para explorar temas más amplios?
En relación a estas series de personajes tan icónicos de la cultura popular, el desafío fue poder representarlos y lograr que fueran reconocibles, por ese motivo recurrí a técnicas del POP ART y transferencias -antes mencionadas- exploradas en el arte urbano. Esta búsqueda me llevó a explorar nuevos lenguajes y recursos técnicos diversos, más vinculados al arte del grabado la fotografía, del diseño y el collage entre otros.
La motivación principal fue homenajear a personas y personalidades que me interesaba representar como un tributo personal. Más tarde llegarían los encargos, pedidos y sugerencias, lo que me confirmó que el objetivo había sido logrado. Así, muchas personas e instituciones privadas, sociales, civiles y gubernamentales comenzaron a solicitar estas obras como homenajes y distinciones a figuras destacadas de los más variados ámbitos, con la técnica y estética que había desarrollado. Un gran honor, un verdadero privilegio, siempre teñido de un profundo reconocimiento.
4. Además de su trabajo visual, es autor de tapas de libros para editoriales como 3+1.y coconduce un programa de radio con un nombre tan literario como "ÁLVAREZ & BORGES". ¿Qué papel juega la literatura en su proceso creativo? ¿De qué manera las narrativas o las poesías influyen en su paleta de colores vibrantes y en las historias que cuentan sus cuadros?
La literatura, al igual que la música, ocupa un rol preponderante, casi fundamental, en mi proceso creativo. Ambas funcionan como disparadores que me permiten construir los universos cromáticos necesarios para cada proyecto. Las propuestas de editoriales y escritores suelen invitar a la reflexión y estimular el imaginario, lo que abre el juego a conjugar visiones y búsquedas capaces de integrar las expectativas e interpretaciones de todas las partes involucradas. En ese cruce, intento sintetizar en una sola imagen una historia común, con una mirada amplia, visualmente contundente, vibrante y representativa.
5. A lo largo de su carrera ha realizado trabajos y producciones con una notable lista de artistas como Gyula Kosice, Antonio Pujía, Nicolás Menza y Edmund Valladares. ¿Qué le aporta el diálogo y la colaboración con otros creadores a su "viaje interior" como artista? ¿Cómo han enriquecido estas experiencias de su propia obra?
Nuevamente, como en la experiencia del arte urbano, trabajar en proyectos colectivos con artistas de semejante calibre resulta un enriquecimiento descomunal y, al mismo tiempo, un privilegio inconmensurable. Compartir desafíos, visiones y modos de abordar las propuestas —desde lo logístico, técnico y estético— abre la puerta a diálogos visuales, cromáticos y conceptuales que resultan profundamente enriquecedores. El reto consiste en visualizar un mismo concepto desde diferentes miradas y lenguajes estéticos que, finalmente, deben conjugarse para dar lugar a una nueva forma unificada, una única mirada. Es una experiencia adrenalínica: un llamado al diálogo, la reflexión, la comprensión y la paciencia; una invitación a abrir la mente para ver, pensar y percibir desde múltiples perspectivas como si fueran una sola, y así poder elaborar un nuevo criterio o concepto estético, técnico y visual.
6. El crítico Carlos Splausky reflexiona sobre su obra como un desafío para "elevar la condición espiritual en medio de una tecnología que va podando los brotes de la inspiración". Al mismo tiempo, usted ofrece reproducciones certificadas de sus obras a través de una tienda online para hacerlas más accesibles.. ¿Cómo conviven en su visión estas dos realidades? ¿Es la tecnología una amenaza para el alma que usted busca retratar o también puede ser una herramienta para difundir el arte que intenta rescatarla?
Las técnicas y tecnologías avanzan a una velocidad vertiginosa, cada vez más sofisticadas, y eso nos desafía no solo en las artes visuales, sino en la vida misma. Para mí, ese es el gran reto: asumir esos nuevos paradigmas y, como dijo el gran Carlos Splausky, encontrar en medio del camino enmarañado esa luz azul que titila al final de un túnel cualquiera. Esa imagen me acompaña como metáfora de lo que significa incorporar nuevas herramientas y conceptos sin perder el alma en el proceso.
Creo que la tecnología siempre ha estado en evolución, lo ha estado haciendo a lo largo de toda la historia de la humanidad. Lo importante es poder adaptarse y reinventarse permanentemente. En mi caso, lo vivo como un desafío creativo constante: cómo aprovechar lo nuevo para enriquecer la búsqueda artística, sin dejar que me arrebate la esencia. Negar esa transformación sería, creo yo, un camino directo hacia la extinción.
domingo, 21 de diciembre de 2025
"UN DÍA COMO HOY, MURIO UN FLAQUITO, MUY FLAQUITO QUE PARECÍA IMPOSIBLE PUDIERA CONTENER TANTAS AGALLAS Y TANTO TALENTO...FEDERICO MOURA" Lautaro Dores - Arte Argentino ¡NO ES SOLO ROCK AND ROLL!
"UN DÍA COMO HOY, MURIO UN FLAQUITO, MUY FLAQUITO QUE PARECÍA IMPOSIBLE PUDIERA CONTENER TANTAS AGALLAS Y TANTO TALENTO...FEDERICO MOURA"Lautaro Dores - Arte Argentino
¡NO ES SOLO ROCK AND ROLL!
Hermoso, elegante, ambiguo, sarcástico, vanguardista; Federico Moura fue todo eso y más: una estrella de rock que se maquillaba para salir a escena; un frontman capaz de poner al público a bailar cuando el resto de las bandas se plegaban al patrioterismo vacuo de la dictadura; un rebelde que se reía cuando pretendían insultarlo llamándolo puto pero que dejó en las letras de sus canciones esos guiños cómplices con la comunidad gay. El hombre que cumplió con la trágica paradoja de haber bautizado a su hija artística –la banda de rock que cambiaría la escena local en los años ’80– como Virus, para años después convertirse en la primera persona pública que murió a causa del virus del sida. A 30 años de su último acto, un recorrido emocionado por aquella superficie de placer que fueron su vida y su obra.
La figura de Federico Moura tendrá por siempre los elementos característicos de una estrella de rock. Hermoso, ambiguo, irónico, influencia innegable del llamado rock nacional, y por supuesto una muerte trágica que también es paradigma de la historia: la primera persona pública que muere de sida en Argentina. Todos elementos que juntos y perfectamente entrelazados hacen pensar más en una película que en algo que ocurrió de verdad. A 30 años de su muerte el legado de Federico no sólo es importante en cuanto a las innovaciones en el plano musical, sino también porque su figura se ha convertido en uno de los primeros iconos gays de importancia fundacional.
Así como la ciudad cuadrada que los vio nacer está atravesada por numerosas diagonales, la historia de Virus atraviesa décadas que marcaron al país y al mundo: dictadura, rock, desaparecidos, pop, la guerra de Malvinas, arte, homofobia, libertad, prejuicios, desprejuicios, discriminación y sida.
La aparición de este grupo dentro de la escena del rock nacional provocó toda una revolución. Nunca antes en la música vernácula se habían escuchado sonidos como los de la banda (con influencias de básicos pop como B52’s o Devo): se trataba de la primera banda moderna que sintonizaba el mismo canal de lo que estaba sucediendo fuera de la Argentina. Eran además los primeros en introducir el humor en el rock: se reían de sí mismos y del discurso del rockero. “Virus introduce la posibilidad de que el rockero no se tome en serio, no en esa situación de ‘rockero que se ríe de sí mismo’, sino que salía naturalmente, porque parecía que tenías que tener una canción pelotuda para reírte de vos mismo. Para mí es fundacional: cambió la manera de hacer rock”, dice Oscar Jalil, periodista e ideólogo de Tomo lo que encuentro. 19 versiones de Virus (2004), un disco donde bandas platenses grabaron versiones propias de canciones del grupo que los marcó. Fueron los primeros en llegar a las discotecas. Virus se podía bailar. Pero por sobre todo ninguna banda presentaba la estética ambigua de un frontman que no dudaba en jugar con la sexualidad desde sus letras, sus movimientos y su aspecto. Virus ponía en evidencia el sexo del rock: el rock era macho... y homofóbico. El ambiente del rock, en algún punto conservador, se vio sacudido de pronto por estos pibes de pelo corto, maquillados y con ropas extrañas. Ante la incomprensión de lo que veían, los rockers atacaron: son todos putos, decían.
El rock no estaba acostumbrado a estas canciones donde había cierta autoflagelación pero que a su vez manejaban la elegancia: eso era algo de Federico, algo que había en su forma de cantar, en su forma de moverse: una forma teatral, nerviosa, y una dicción muy marcada, exagerada. La relación del público con Virus y en particular con Federico, era de amor-odio: la gente los quería o los rechazaba con mucha fuerza. A la clásica dicotomía rockera duros-blandos, frívolos-de verdad se le agregaba esta arista sexual en la cual tácitamente se unía a la debilidad y a la supuesta falta de contenido (el no cantar sobre cosas “serias y comprometidas”) con la cuestión gay.
El aspecto y el despliegue escénico de Federico provocaba prejuicios no solo por parte de la prensa especializada, sino también del público y de algunos músicos. Se los atacaba por ser gays en obvia referencia a la homosexualidad de Federico. El era el líder, el que tenía más exposición, al que le hacían más entrevistas y el que aparecía más en la tele. Su imagen sexualizada pasó a ser la de la banda completa. Ojos delineados, hombreras, pantalones a cuadros, remeras ajustadas cortas, bien a la cintura, de terciopelo de cuadriculado blanco y negro. Muy a lo David Bowie circa Let’s Dance, el Bowie siempre ambiguo y juguetón con su sexualidad que ahora, además, se entregaba de lleno al pop bailable.
Famosa es la anécdota del festival Rock in Bali de 1987: antes de que Virus subiera al escenario Luca Prodan al terminar de tocar gritó: “Ahora viene la banda de los putos”. O el festival Prima Rock en la primavera de 1981 donde les tiraron con piedras y botellas. Los insultos y las escupidas eran frecuentes en los recitales de la banda. “Yo he estado con ellos en shows de la época en los que les han tirado naranjas y entonces Federico las agarraba y hacía jueguitos, se les cagaba de risa. Cuando estaba con ellos decíamos ‘ladran Sancho’, es decir les jodía pero les pasaba algo. Si a vos te jode la envidia del otro, te jode la tuya. Les gritaban putos y nosotros pensábamos y decíamos ¿qué les pasa con el puto que tienen adentro? Háganse cargo”, cuenta Alejandro Jalil, diseñador de la Marca New Order y amigo personal de los Moura. Quizá el rechazo tenía que ver también con eso ¿qué provocaría un hombre elegantemente hermoso y gay como Federico en la masa machistoide del rock local?
Si bien Federico nunca habló de su sexualidad algunos temas generaron una especie de contraseña con el ambiente gay. “Pronta Entrega” (del disco Locura, 1985) embellecía de una manera única el levante callejero: “Recordando tu expresión/ vuelvo a desear/ esas noches de calor/ llenas de ansiedad/ Sofocado por el sueño y la presión/ busco un cuerpo para amar”. Recordemos que en los primeros ‘80 el sexo en lugares públicos (baños, cines x, etc.) formaba parte de la cotidianidad del ser hombre gay y a su vez plasmaba una resistencia subterránea a la opresión brutal que se padecía. “Sin disfraz” (también de Locura) es la oda a la salida del closet a orillas del mar “A veces voy donde reina el mar/ es mi lugar llego sin disfraz/ por un minuto abandono el frac/ y me descubro en lo espiritual para amar.../ en taxi voy hotel Savoy y bailamos”. Estas letras, entre otras, perduran como guiños encantadores que forman parte de la historia. Como la tapa de Superficies de Placer, que con un diseño pop muy al estilo de la época, de colores estridentes, presenta también la imagen (dibujada) de un ambiguo culo azul y por debajo se imprime el sugerente título, toda una provocación. “Virus tenía eso, como una doble vida, y me parece que era muy difícil en los ‘80 reconocerse como gay, más allá de que estaba todo claro, además de introducir en una canción términos como taxi boy: fueron los primeros que hablaron de eso, los primeros en nombrarlo. Virus mostraba algo pero por debajo intentaba decir otro tipo de cosas e ir mucho más allá”, agrega Oscar Jalil.
En una entrevista con Clarín en 1985 Federico se preguntaba: “¿Qué es el gay rock? ¿Bowie? ¿Presley? ¿Jagger? Me parecen muy valiosos los movimientos de lucha con gente que se decide a defender los derechos de sectores aislados por necesidad. Pero Virus no hace una cosa lineal. No hay cotos porque a mí me interesa en la vida la integración. Jamás entraría en los campos del aislamiento, porque pretendo que nadie tenga que decir: ‘este es mi lado bueno, este es mi lado malo’”.
Una familia muy normal
Federico era el cuarto de un grupo de seis hermanos. Hijos de una familia platense de buena posición económica, su padre, Pico Moura, era un reconocido abogado; su madre, Velia Oliva, maestra y pianista aficionada. Todos los hermanos varones, incluido Federico, eran futboleros, hinchas de Estudiantes de La Plata y jugaban al rugby en el tradicional La Plata Rugby Club. Federico Moura formó su primera banda en la adolescencia: se llamó Dulcemenbriyo y arrancó en 1967. La ciudad de La Plata a fines de los ‘60 era un epicentro cultural y artístico, de arte joven, de gente joven. Una ciudad con algo que poco a poco se iba transformando en una tradición y que con el tiempo algunos catalogarían como movimiento. Era y es una ciudad con escuelas de arte, una ciudad universitaria con gente de todas partes del país y el intercambio era increíble. La música era el camino adoptado por cientos de jóvenes. Y cientos de bandas iban a crear un sello característico citadino que iba a hacer explosión con Virus. Se empezaban a formar grupos artísticos cada vez más complejos en los que no solo se trataba de hacer música.
Fiel a esta tradición Federico iba a construir su imagen y la de la banda atendiendo a todos los detalles, como una especie de visión “del todo” a lo Bowie, que armaba un concepto visual estético e ideológico que iba más allá de la música. Pero antes, y una vez disuelto ese primer grupo de juventud, viajó por Europa, Nueva York y Brasil (país que le encantaba y al cual siempre volvería) allí empezó a absorber nuevas ideas, nuevos sonidos, todo un bombardeo que lo marcaría en su camino artístico. Se instaló en Buenos Aires y abrió su primer local de ropa, llamado Limbo, donde diseñaba indumentaria. En 1977 volvió a viajar por el mundo y se instaló otra vez en Río de Janeiro. De regreso fundó su segundo local, Mambo. Al mismo tiempo, formó otro grupo, Las Violetas. Estaba instalado en Capital, y solamente volvía a La Plata por el grupo. Al vivir en Capital ese chico fino y elegante conquistó en seguida a ese mundo de “locos del tomate” que era el under porteño: Renata Schussheim, quien lo haría participar de sus performances, Jean François Casanova, quien actuaría en sus primeros shows, y Lorenzo Quinteros, que dirigió los videos Loco Coco y Soy moderno, no fumo.
En esa misma época, pleno 1977, su hermano Jorge, militante político, fue secuestrado y se encuentra desaparecido. Los Moura nunca hablaron públicamente sobre su hermano mayor y la noticia se dio a conocer poco tiempo después de la muerte de Federico.
La ciudad cuadrada
Todo ese movimiento cultural que había florecido en la ciudad de las diagonales fue serruchado por la dictadura. De la noche a la mañana todo quedó en la nada. “Eran tiempos nefastos de razzias en bares y boliches, tiroteos en las calles, muerte, paranoia. Vivíamos todo el tiempo en cana. Cada dos por tres te encontrabas con una situación de corte de pelo en la calle o más violentas. Te pegaban, te metían constantemente preso, habremos lavado muchas comisarías”, cuenta Pablo Tapia, actual cantante de 1000 Watts y voz líder de Marabunta, banda que se fusionaría con Las Violetas y daría como resultado a Virus. Continúa: “Entre razzia y razzia te fumabas unos porros y todos vivimos la persecución en Falcon y cuando se metían en tu casa diez monos todos encapuchados y cabeza contra el piso buscando hermanos, amigos, parientes. Fue una época muy densa con mucha muerte. Y de pendejos, muchos pendejos de entre 17 y 25, 30 años”. Los homosexuales de entonces veían cercenado cualquier intento de reivindicación o visibilidad. La solución era el exilio o en el caso de los más arriesgados los encuentros sexuales en lugares públicos. Quizás éste sea el macabro marco desde donde poder decir que más allá de la diversión y el baile Federico Moura representa, con el tiempo, una imagen de valentía al ponerse frente a un micrófono, vistiéndose como se vestía y cantando lo que cantaba. Dentro de la mal juzgada simpleza de sus letras era evidente una manera de ser que estaba ahí para el que la quisiera ver. Todo esto en un contexto que casi obligaba a la exclusión.
“De todo nos salvará este amor hasta del mal que haya en el placer.”
Wadu wadu fue el primer LP de la banda en 1981. Y la historia cambió. Aparecieron estos pibes con el pelo corto, pantalones ajustados y camisas de leopardo (toda una imagen revolucionaria) haciendo temas de dos minutos promedio. Lo seguirían Recrudece de 1982, en medio de ese “empujoncito” que la prohibición de la música en inglés durante la guerra de Malvinas le dio al rock. El tema emblemático era “El banquete” “Nos han invitado/ a un gran banquete.../ ...Han sacrificado jóvenes terneros/ para preparar una cena oficial,/ se ha autorizado un montón de dinero/ pero prometen un menú magistral”. Agujero interior (1983) fue el primer disco masivo de la banda y llegó con el fin de la dictadura. Después siguió el éxito con Relax (1984) con sonidos más tecno. Y la consagración fue Locura, de 1985.
No sólo en el rock and roll la historia empezaba a cambiar. Comenzaron los primeros pasos en el camino de la visibilidad; apareció la coordinadora de grupos gay en 1983 y los primeros boliches. Pero la policía seguía con las razzias llevándose a todo el mundo preso. La mentalidad opresiva no había cambiado.
Para grabar Superficies de Placer en 1987 Virus viajó a Río de Janeiro con familiares y amigos. Allí Federico sufrió una extraña neumonía que lo debilitó al extremo de dejarlo en cama durante dos semanas. Ante la insistencia de Marcelo, su hermano, y de su madre que había viajado hasta allí para pasar unas vacaciones con sus hijos, Federico fue al médico. Le aconsejaron hacerse un análisis de sida, una enfermedad descubierta hacía poco.
El resultado de aquel VIH dio positivo. Eran tiempos de discriminación violenta, tiempos de “plaga divina”, de “peste rosa”. La información que se manejaba en Argentina sobre la enfermedad era prácticamente nula. Los homosexuales eran señalados como los principales propagadores del virus. Era la chatura mental producto del desconocimiento y de años de una formación basada en la represión, la Iglesia, la incomunicación y el temor al otro. Y la homofobia que seguía estable sin importar cuál fuera el gobierno. Quizá por esto (quizá no) muchos periodistas que sabían que Federico tenía sida firmaron una especie de pacto de silencio, debido al escándalo que eso generaría en los medios. Pero alguien no cumplió, alguien quebró una promesa y la noticia corrió por todas las agencias del país.
Federico Moura murió de un paro cardiorrespiratorio el 21 de diciembre de 1988 en su casa de San Telmo. Su madre lo acompañó en su agonía.
Pese a lo que podemos imaginar, Federico quiso terminar su último disco con Virus en medio de un clima de desolación y de histeria reprimida por parte de sus familiares y amigos. Pablo Tapia recuerda esos momentos: “El se fue, se fueron a grabar Superficies de Placer si mal no recuerdo a Río. Yo soy arquitecto y me dijo: ‘Me voy por tres meses’. La idea era que le arreglara un departamento que se había comprado. Pero para mí él algo sabía. A mí me tiró un centro al despedirse, viste esas cosas como que ‘por última vez’ o una cosa así. Pero igual quería arreglar el departamento y se lo arreglé y mientras tanto hablábamos por teléfono. A los tres meses volvieron con el disco bajo el brazo a punto de editarse, y un día caminando por la calle eligiendo alfombras me lo dijo. Me lo dijo como quien dice ‘me compré una bicicleta’.
“–Tengo sida.
“–¿Cómo? –dije yo.
“A su vez el tema del sida era nuevo”, continúa. “Cada cosa en Virus es un cacho de historia. Y recién entonces se empezó a hablar del tema del AZT y otras cosas. Después vivió un año en ese departamento que yo le arreglé, y luego falleció. Fue una cosa muy fuerte y triste para todos.”
Pero lejos de ser sepultada con Federico la historia de Virus continúa fuerte hasta nuestros días. Con Marcelo como cantante (fue una insistencia de Federico) han grabado muchos discos más. No, este no es el final de la película; no, la historia no termina aquí. Muchos homenajes, tributos y reivindicaciones por parte de bandas actuales hablan de la importancia que tiene para la música actual el rock de Virus. Pero todavía hay muchas cosas de la banda y de sus inicios que hay que entender, rescatar y valorar. Todavía cuesta que se hable, no sólo de la homosexualidad de Federico, sino del valor simbólico e histórico que tiene un gay como líder de una banda en los primeros ‘80. Muchos fans de Virus. Muchos de los que reivindican la banda ahora –tanto público como bandas– y muchos historiadores del rock nacional insisten en que lo que importa es la música y el legado artístico, que Federico podía hacer lo que quisiera con su sexualidad ya que lo que trasciende es el arte. De eso no cabe duda. Pero es una mirada parcial, y que delata cierto prejuicio. Como si todavía hubiera un poco de miedo a reconocerse seguidor de “una banda gay”. Pero sucede que esta historia no es sólo rock and roll. Es mucho, mucho más.
Creditos de la red.
Leonardo di ser Piero da Vinci, más conocido como Leonardo da Vinci, fue un polímata florentino del Renacimiento italiano. Fue a la vez pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista. Nacimiento: 15 de abril de 1452, Anchiano, Italia Versiones Libres de sus bocetos Lautaro Dores - Arte Argentino
Leonardo di ser Piero da Vinci, más conocido como Leonardo da Vinci, fue un polímata florentino del Renacimiento italiano. Fue a la vez pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.
Nacimiento: 15 de abril de 1452, Anchiano, Italia
Versiones Libres de sus bocetos Lautaro Dores - Arte Argentino
sábado, 20 de diciembre de 2025
FIDEL ROIG MATÓNS / San Martín y su estado Mayor 1945 / 52. Versiones libres / Lautaro Dores - Arte Argentino
FIDEL ROIG MATÓNS / San Martín y su estado Mayor 1945 / 52. Versiones libres / Lautaro Dores - Arte Argentino
domingo, 14 de diciembre de 2025
Revista CARAS Y CARETAS / Con prólogo y selección de Gito Minore Boedowskaia reúne textos de poesía social de doce escritores pertenecientes, por generación o por herenci“Esta antología viene acompañada por los retratos de sus autores realizados por un grupo de artistas que desde hace tiempo vienen aportando su talento a cada una de nuestras aventuras. Fueron de esta partida Damián Scokin (Mendoza, 1977), Javier Quiroga (Berazategui, 1991, músico, dibujante, realizador, fotógrafo y editor de video), Mariano D’Angelo (Buenos Aires, 1962, estudió en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón), Lautaro Dores - Arte Argentino (Buenos Aires, 1969, cursó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes ‘Manuel Belgrano’ y se perfeccionó en el IUNA), Isidoro Reta (Buenos Aires, 1985, dibujante, librero y milonguero, estudió en la Escuela de Dibujo Garaycochea) y Federico Bonavita (Buenos Aires, 1977, artista plástico y docente). A todos ellos les damos las gracias por su generoso aporte. Valga también este reconocimiento para Liliana Navarro Ibarra, quien además de diseñar la tapa, proporcionó el dibujo original del Festival de Poesía de Boedo, otra de las trincheras desde donde difundimos y defendemos las banderas de nuestros sueños”, expresa Gito Minore en el prólogo. a, al universo del Grupo de Boedo.
Con prólogo y selección de Gito Minore Boedowskaia reúne textos de poesía social de doce escritores pertenecientes, por generación o por herencia, al universo del Grupo de Boedo.
“Yo no vengo a hacerme la partida, / yo digo, no más, que soy de Boedo”, escribió Julián Centeya sobre el barrio de sus amores. Junto con María Inés Martínez, Gito Minore dirige la editorial Clara Beter y lleva adelante el Festival de Poesía de Boedo, que ya va por su sexta edición. Recientemente publicaron Boedowskaia. Poesía social de Boedo, con selección y prólogo de Minore, que en esta entrevista relata los pormenores de este rescate literario.
–¿Qué te llevó a realizar este libro de poesía social de Boedo?
–En principio, el deseo de rescatar distintas voces del pasado vinculadas a nuestro barrio. Desde hace varios años venimos difundiendo la literatura de Boedo, tanto la actual, ya sea desde el ciclo “Poesía bajo la autopista” (llevado a cabo entre 2011 y 2017), como con el Festival de Poesía de Boedo (que va por su sexta edición), como asimismo la de principios y mediados del siglo XX. Este libro es un compilado que incluye a doce poetas de nuestra historia que creemos deben estar en circulación.
–¿Por qué Boedowskaia?
–“Boedowskaia” es un apelativo jocoso que inventó Enrique Méndez Calzada en su momento para referirse a la “banda” de escritores Boedo y su evidente rusofilia. La reminiscencia risueña que trae el nombre nos pareció una manera fresca y novedosa de abordar el trabajo de este conjunto de poetas.
–¿Qué autores seleccionaste y por qué?
–Los autores seleccionados fueron Álvaro Yunque, César Tiempo, Gustavo Riccio, Leónidas Barletta, Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón, José Sebastián Tallón, Aristóbulo Echegaray, Julián Centeya, Alicia Eguren, Atilio Castelpoggi y Rubén Derlis. El criterio de selección fue diverso. Algunos de ellos entraron por haber formado parte del Grupo Boedo de los años 20, otros por haber constelado con ellos en ese momento, y otros por su pertenencia al barrio.
Poetas de Boedo
Álvaro Yunque (Arístides Gandolfi) nació en la ciudad de La Plata en 1889: “Poesía de la calle, / cosa de todos, sin dueño; / yo te aprisiono un segundo, /solo un segundo en mi verso” (“Coplas a la poesía de la calle”).
César Tiempo (Israel Zeitlin) nació en Ekaterinoslav (Ucrania) en 1906: “Cae sobre la ciudad / la ceniza minúscula y tenue de la lluvia. / ¡Qué grato es en un día como este acariciar / un inocente sueño de ventura!” (“Visión”).
Gustavo Riccio nació en Buenos Aires en 1900: “De pie sobre el andamio, en tanto hacen la casa, / cantan los albañiles como el pájaro canta, / cuando construye el nido, de pie sobre una rama” (“Elogio de los albañiles italianos”).
Leónidas Barletta nació en Buenos Aires en 1902: “–Don Juan de la Casablanca, / ¿Cuántos panes hay en el horno? / –Un panecillo de amor / y veinte panes de odio” (“Canción iracunda”).
Nicolás Olivari nació en Buenos Aires en 1900: “He pasado por tu casa tantas veces / tantas veces me he parado en las esquinas / como un hortera imbécil que a su novia espera / como un burgués grasoso que también espera / a una mujer cualquiera” (“La espera”).
Raúl González Tuñón nació en Buenos Aires en 1905: “Media noche. Sobre las piedras / de la calzada hay un caballo muerto. / Aún faltan cinco horas / para que venga el carro de ‘La Única’ / y se lo lleve. Ese caballo viejo, / hederoso de sangre coagulada / y de estiércol, / ese pobre vencido, fue un obrero” (“El caballo muerto”).
José Sebastián Tallón nació en Buenos Aires en 1904: “Tan desnudo y lustroso, y tan feo y romántico, / cuando inflas, oh sapo, tu croclera garganta, / yo te escucho celoso, porque sé que tu cántico / brota para una sapa que presuntuosa canta…” (“La garganta del sapo”).
Aristóbulo Echegaray nació en 1904 en Buenos Aires: “Gana noventa pesos / le dan por todo asueto la tarde del domingo. / ¡Este hombre tiene su derecho santo / de hacer volar el edificio!” (“Ordenanza”).
Julián Centeya (Amleto Enrique Vergiati) nació en 1910, en Parma, Italia: “Enumero una ordenación de esquinas contra el cielo, / desando lonjas de calles con memorias, / me instalo en patios familiares, íntimos, / procuro una sucesión de horas, / me detengo en una desangrada tarde, / de antiguas imágenes me renuevo, / reconstruyo albas, / fijo noches habitadas de árboles en silencio, / de retazos de lunas caminadoras, / de almacenes brumosos como puertos / y un viento sin donde me pone entre las manos / la voz gemidora / de una guitarra goteándome un tiempo / de ochavas / y de hembras. / Entonces me nace el compadre de adentro / y bato esta sed que me crece de carne / pa’ ver si se enteran que yo soy de Boedo” (“Boedo”).
Alicia Eguren nació en 1925 en Buenos Aires. En 1977 fue secuestrada y desaparecida por la dictadura: “Dejadme sonreír; / permitidme que sonría con la certidumbre manca de los hombres / bizcándome cada parte de nuestra humanidad” (“Poemas a los cabecitas negros”).
Atilio Jorge Castelpoggi nació en 1919 en Buenos Aires y vivió en el barrio de Boedo: “Has caído en la calle como un llanto de sangre. / Tu grito familiar entre la tarde / se detuvo de pronto. / Ibas a dibujar el tiempo coreando todas las palabras. / Pero ahora / te están llamando los lamentos, / el cordón, las veredas, las casas conocidas, / el lustrabotas triste y su ceniza sucia / de tiempo y de pobreza, / y también la muchacha, / la del moño amarillo y la pollera corta / que te esperaba entonces” (“Elegía de la calle”).
Rubén Derlis nació en 1938 en Chivilcoy. Desde los cuatro años vive en la ciudad de Buenos Aires: “Estas calles son mi juventud y mis regresos, / esas esquinas mis furtivos encuentros / con el solitario aprendiz de poeta / que vaga todavía como un fantasma adolescente / por los techos de Independencia y Maza. / Sé que este es mi sitio, por eso vuelvo / cuando sangro otoños hasta el verso / a dialogar de sombras con la sombra / desde la ventana del íntimo Trianón” (“Boedo”).
–¿Cuáles son los ejes de estos autores, qué los caracteriza?
–Ejes hay varios, pero sin duda hay uno que atraviesa toda su poética: su férreo compromiso con la sociedad, tanto de su época como la futura.
“Esta antología viene acompañada por los retratos de sus autores realizados por un grupo de artistas que desde hace tiempo vienen aportando su talento a cada una de nuestras aventuras. Fueron de esta partida Damián Scokin (Mendoza, 1977), Javier Quiroga (Berazategui, 1991, músico, dibujante, realizador, fotógrafo y editor de video), Mariano D’Angelo (Buenos Aires, 1962, estudió en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón), Lautaro Dores - Arte Argentino (Buenos Aires, 1969, cursó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes ‘Manuel Belgrano’ y se perfeccionó en el IUNA), Isidoro Reta (Buenos Aires, 1985, dibujante, librero y milonguero, estudió en la Escuela de Dibujo Garaycochea) y Federico Bonavita (Buenos Aires, 1977, artista plástico y docente). A todos ellos les damos las gracias por su generoso aporte. Valga también este reconocimiento para Liliana Navarro Ibarra, quien además de diseñar la tapa, proporcionó el dibujo original del Festival de Poesía de Boedo, otra de las trincheras desde donde difundimos y defendemos las banderas de nuestros sueños”, expresa Gito Minore en el prólogo.
–¿Qué esperás de los lectores frente al libro?
–Que disfruten la selección y que conozcan a muchos de mis escritores favoritos.
–¿Qué descubriste de esos autores que no sabías o que te haya llamado la atención?
–Muchos lazos afectivos entre ellos y, sobre todo, muchos vínculos de admiración y cariño hacia sus “supuestos” rivales, los autores del Grupo de Florida. Descubrí un montón de autores que se cargaron la patria literaria al hombro y dedicaron su vida entera para dotarla de una riqueza extraordinaria que llega al día de hoy.
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