Cuando La Perla reabrió sus puertas al rock, Javier Martínez –personaje principal de su mística– sacó de la galera un término para acompañar la gesta: bostalgia, un neologismo que, en el planeta del ex Manal, traduce como bosta a la nostalgia. “Por eso volví, por eso me anoté, porque no es una cosa para decadentes con el alma muerta, que miran para atrás... los ojos no están en la nuca, están adelante”, sentenció, en medio de la reinauguración. Lo rodeaban otros músicos: Alejandro Medina, Miguel Cantilo y Alejandro del Prado, entre ellos, mientras Ricardo Soulé y Willy Quiroga sorprendían con una reunión espontánea del 70 por ciento del viejo y querido Vox Dei para entrarle a “Libros Sapienciales” y Del Prado recurría a “Los locos de Buenos Aires”, para precisar un nexo entre épocas. Pasó un tiempo y el bar, que supo ser refugio de rebeldes y trasnochados cuando el rock apenas amanecía en Buenos Aires (los ’60, el baño, “La balsa”, la bohemia), cumplió su sino: esta noche volverá a subir Del Prado y, mañana, el eterno Javier... La cosa marchó.
Año y medio después del retorno, Rodolfo García, ex baterista de Almendra y Aquelarre y actual programador de La Perla (ubicado en Rivadavia y Jujuy), está sentado a la mesa más cercana a la barra. Los mozos, camaradería mediante, limpian el lugar y él toma cerveza con queso y papas fritas. Había tocado la batería junto a María Rosa Yorio en una noche fría, con algunas sillas vacías entre las 150, y le da por hacer un balance que, estratégico, descarta también la idea de bostalgia: “La idea inicial había sido arrancar paso a paso, pero el primer día fue un éxito total. Cuando hicimos la prueba de sonido, ya estaban todas las reservas hechas y así seguimos, hasta que nos sorprendió un parate: tuvimos el local clausurado por un problema burocrático y eso nos quitó un poco el impulso”, cuenta el pelilargo sobre aquella jornada de reapertura. La clausura fue piloteada y el bar funciona como bar –a secas– todos los días de la semana, hasta que viernes y sábado de seis de la tarde hacia adelante se reutiliza como marcaba el objetivo inicial: espacio de rock. “El perfil es rockero y arrancamos haciendo base en los músicos históricos, sobre todo en aquellos que eran habitués a mediados de los ’60, pero no estamos circunscriptos a eso: tratamos de que haya una apertura hacia los rockeros de generaciones posteriores”, señala García, sobre el criterio de programación.Así se han cruzado –en este escenario pequeño pero cálido, contenido por una inmensa foto de Luis Alberto Spinetta– Leo García, Gonzalo Aloras y Pablo Dacal con Javier Martínez, Kubero Díaz, Ciro Fogliatta y Litto Ne-bbia. “No queremos limitarnos a una sola generación, pero es cierto que la gente relaciona mucho el tema de lo que significó este lugar como emblema de una época, como punto de reunión, con músicos que en ese momento, la década del ’60, eran habitués: Medina, Zaguri, Nebbia, en fin... no es que el criterio de programación esté atado a eso, pero debemos seguir respetando ese criterio, sobre todo porque no hay otros lugares que les destinen un espacio a los históricos.” García expande la lista y recala en Vox Dei (hoy con Willy Quiroga, Carlos Gardelini y Simón Quiroga), Ricardo Soulé, Alma y Vida y Claudia Puyó. “Me gustaría sumar a otros, pero hay músicos que eligen un lugar en Buenos Aires para que, cada vez que se presenten, sea ahí. No quieren diversificarse y eso es entendible, porque si tenés un público que te sigue a vos, no tiene sentido tocar en diferentes lugares para dirigirte al mismo público. Son estrategias de cada artista, muy respetables, por supuesto.”
García no era habitué de La Perla. Eran épocas de Almendra y paraba en el Parque Bar de Belgrano. Pero lo conoció. “Nada que ver con lo que es ahora. Hoy es un lugar más confortable desde todo punto de vista. En aquel momento era el típico bar de barrio que estaba abierto las 24 horas. Ese tipo de sitio al que ibas cuando salías de una fiesta y no te querías ir a dormir. Era para intentar seguir la noche con poetas, músicos, escritores, cineastas o estudiantes universitarios que tomaban un café tras otro. Así era, porque en aquella época, contra lo que cuentan algunas leyendas, no era normal que se tocara acá. De hecho, ‘La balsa’ se compuso en el baño ¿no...? Eso habla de que no era tan aceptable tocar la guitarra en una mesa. Hoy sí”, se ríe. La Perla Rock también destina los domingos a un concurso para bandas nuevas. Tocan tres por domingo con entrada libre y gratuita, bajo la escucha de un jurado integrado por Daniel Amiano, Machi Rufino, Roy Quiroga y el mismo García como coordinador. “Se elige un ganador por mes y entre ellos van a competir en noviembre. El que salga elegido tendrá como premio la grabación de un disco en Melopea. También vamos a hacer un compilado con los ganadores de cada mes bajo el nombre de La Perla Rock 2012”, informa el baterista.
La nueva Perla lleva ya dos mojones importantes en su breve devenir resignificado. Dos homenajes. Uno a Litto Nebbia, que socorrió a Tanguito cuando éste esbozaba los primeros versos del tema emblema del rock argentino, con el propio homenajeado cantando gemas como “Sueña y corre” o “Vamos negro”, además de “La Balsa”, con Moris. Y otro a Spine-
tta, poco después de su desaparición física. Fue una juntada de amigos que García imaginó sin fines de lucro, y a beneficio de la Casa Garrahan. “Un día lo publiqué en el Facebook y a la mañana siguiente estaban todas las entradas agotadas”, evoca. Tocaron sin cobrar, y a dos funciones completas, el Mono Fontana, Litto Nebbia, Emilio Del Guercio, el trío Epumer-Judurcha-Rufino y Franco Luciani. “Fue algo muy emotivo”, dispara García y no puede esquivar el recuerdo del viejo compañero de Almendra. “Estoy tocando poco y sin un proyecto estable... el último que tuve fue precisamente con el Flaco y Daniel Ferrón. Estuvimos tocando durante dos años, un día fijo por semana. Nos juntábamos en una salita de ensayo que tengo en casa, después pasamos a su estudio y estábamos tocando un material nuevo recontra interesante. No descarto la posibilidad de editarlo. Son siete temas que habíamos grabado con la idea de seguir y, tal vez, sacar un disco”, destapa García, para sorpresa de sus allegados. Cuarenta años después, La Perla sigue generando ocurrencias.
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